Bajo la mirada de Goya

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Tal vez lo atractivo de la figura de este artista sea lo que supone de ruptura, tanto con la pintura como con la sociedad en la que vivió, convirtiéndose así en el eterno insatisfecho, casi en un ser atormentado y maldito en los últimos días de su vida.

El hecho de que su obra se desarrollara entre el Antiguo y el Nuevo Régimen la eleva a documento histórico importante dentro de una época crucial para la Historia de nuestro país. Nos muestra muchas Españas: el mundo feliz de Carlos IV, la decadencia inminente del Antiguo Régimen, la guerra de la Independencia contra los franceses, junto a la gran tragedia española y su división en dos mundos.

Un ejemplo de todo ellos son los famosos Desastres de la guerra, en los que Goya lanza un grito contra toda forma de guerra o tortura, terminando esta serie con el díptico de la Carga de los Mamelucos y los Fusilamientos del 3 de mayo, en los que narra audazmente el enfrentamiento directo y a la vez convierte al espectador en participante activo de estos duros episodios. Denuncia con tales obras, la crueldad, el horror y la barbarie, lejos del tratamiento heroico y grandilocuente de la pintura de historia de otras épocas hasta el momento; él utiliza su obra como lo hace un reportero fotográfico con el objetivo de su cámara: para denunciar las atrocidades. Lo capta tal y como es, sin embellecimientos ni adulaciones, algo que no era común en la época y que chocó bastante dentro de la estética española. Y es que normalmente, hasta el siglo XIX, se representaba a los vencedores pero jamás a los vencidos en una primera plana.

Francisco de Goya y Lucientes evidentemente se adelanta a su época, y no solo en su temática sino también por la técnica que utiliza: pinceladas gruesas de libre trazo e intensidad cromática, que cargan de expresividad y fascinante libertad todas sus obras finales. Se habla en ocasiones incluso, de que las Pinturas Negras que hizo en las paredes de la Quinta del Sordo, son precursoras de lo que vendrá un siglo después con el Expresionismo de las Vanguardias.

Pensemos entonces en como un solo hombre, sensible a las experiencias que ha ido viviendo a lo largo de su vida, enfermo, solo y con una gran visión de justicia, consigue darle la vuelta a la tortilla y desafiar las leyes establecidas en la pintura academicista hasta ese momento, algo que nadie había hecho nunca.

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