Un escritor dijo sobre El Guernica que, en él, el mundo moderno se había “transformado en un cuarto amueblado en el que todos, gesticulando, aguardamos la muerte”. Una imagen de terror, que ha llegado a varias generaciones de todo el mundo. Con la nueva exposición inaugurada por el Museo Nacional de Arte Reina Sofía, “Piedad y terror en Picasso. El Camino a Guernica”, queda suficientemente claro que el tratamiento épico y compasivo de la violencia que vemos en El Guernica va más allá de la peligrosa fascinación por ese tema de Picasso.
Formando parte de esta exposición, y como contrapunto histórico a ella, se presenta una selección de los resultados del proyecto de investigación Fondo Documental Guernica, cuyo propósito ha sido reunir y estudiar la mayor documentación y referencias posibles en relación con la obra más emblemática de la Colección del Reina Sofía, así como su lugar dentro de la Historia del Arte. ¿Quieres saber todo lo que sucedió durante el tiempo que estuvo pintando el artista este cuadro? ¿Por qué se ha convertido en una de las mayores obras maestras de todos los tiempos? Te lo contamos.
Pablo Picasso recibe, de forma precipitada, por parte del gobierno de La República, el encargo de pintar un mural que debía ser colocado en el Pabellón español de la Exposición Internacional de las Artes de París de 1937, un año después del estallido de la guerra civil. Este Pabellón Español evidentemente estaba lleno de cientos de cuadros de dudosa calidad artística que representaban escenas bélicas de “buenos y malos”, propagandísticas de la época.
Por tanto, partimos de que Guernica se le encarga a Picasso en los primeros días de enero, aceptando el pintor con entusiasmo este reto. Sin embargo, desde comienzos de enero hasta el 1 de mayo, el autor parece no pensar en el mural, o piensa en lo que pretende hacer pero no encuentra un motivo que pintar. No sabemos el tiempo que estuvo mascullando mentalmente el Guernica, pero la sucesión de acontecimientos de la Guerra Civil podían haberle propuesto motivos o temas suficientes para realizarlo. Los historiadores insisten en que en un principio se piensa en la conquista de Málaga por parte de las tropas de Franco, donde hubo una fuerte represión, matanzas y una conquista sangrienta. Naturalmente eso le afectaría de manera dramática, pues era el lugar donde había nacido y donde estaban sus parientes más próximos.
No obstante, el 27 de abril al mediodía, se produce un feroz bombardeo germano-italiano a la ciudad de Guernica que causo sensación internacional. Aunque hubo pocas muertes para las que pudo haber habido (200-300 personas, que para una población de 7.000 habitantes en un día de mercado, no es una mortandad tal alta) sin embargo fue un bombardeo incendiario. Este ataque se debió por un lado, al interés franquista de asegurarse la zona industrial del Norte, el llamado “Cinturón de Hierro”; y por otro lado, a los alemanes les urgía probar la eficacia del bombardeo a poblaciones civiles en la retaguardia, algo que practicarán después en la II Guerra Mundial, con la intención de los habitantes reclamasen un pacto a sus gobiernos.
La naturaleza del cuadro por tanto, comienza siendo de un origen dudoso. ¿Es de carácter realista o testimonial? El Guernica conllevó un proceso de gestación mucho más intenso del que podemos imaginarnos. El primer dibujo data del 1 de mayo pero el 4 de junio ya se había inaugurado la exposición oficialmente, fue algo muy rápido. Además, la extravagancia de lo representado llamó la atención desde el principio. Apenas se distinguía que sucedía y de hecho, el cuadro produjo un rechazo durante mucho tiempo.
Habiéndose producido la segunda guerra mundial, Picasso generosamente dejó el cuadro para exponerse en salas expositivas y recaudar dinero para la causa republicana. Estuvo viajando desde 1938 hasta 1954. Tantos traslados y tumbos dio, que casi desaparece. Con este maltrato a la pintura, el MoMA decide ofrecerse para restaurarlo y albergarlo en un depósito hasta el que propio artista pide que quiere que el cuadro se traslade a España cuando haya un Gobierno democrático, así que en 1981 estará en el Museo del Prado.
A simple vista, sin saber qué episodio trata, podríamos pensar que es un incendio, y aunque el título nos habla del suceso que representa, no hay signos ni símbolos que nos hablen de Guernica: no hay aviones ni bombas. No está claro que sea un hecho bélico, ni de la guerra civil española, ni ubicado en el País Vasco…
Todo esto habría que unirlo a que se convierte con sus viajes en un símbolo de peregrinación internacional: no solo podía verse el final de la guerra civil y la II GM, sino que paulatinamente todo el mundo se identificaba con el cuadro, hasta que se convirtió en un icono. Su posibilidad de convertirse en un icono es lo que le ha dado universalidad al cuadro. Los alemanes ven ahí el bombardeo de Dresde, los japoneses los bombardeos de Nagasaki… Todos se sentían identificados, y esto será lo que lo ha convertido en universal. No solo se puede aplicar a cualquier situación belica, sino a cualquier situación trágica, para lo que es principal que no tenga insignias partidarias o elementos contextualizadores que empequeñezcan su significado universal.
Es exactamente ese el genio que se le atribuye al pintor Pablo Picasso en este cuadro: su sentido intemporal e utópico. Eso es lo que necesitan las obras para convertirse en OBRAS MAESTRAS.
Sin embargo, cuando hacemos un análisis de lo figurativo, de lo que vemos y lo encuadramos en obras de representación épica de la Historia del Arte, nos damos cuenta de que tiene que ser considerado un cuadro revolucionario por ser distinto a cómo se han representado las batallas en la historia occidental: vencedor como héroe y vencido humillado.
Esa visión de tragedia bélica se convierte en una visión sobrecogedora. Eso le da dentro de una secuencia abreviada una importancia extraordinaria. Por ello es importante que no hubiese quedado absorbido con detalles anecdóticos costumbristas. Si hubiese sido absorbido con elementos típicamente españoles habría quedado a la sombra, junto a otras obras de misma temática. No habría interesado lo mismo. Precisamente por haber trascendido esos elementos es lo que realmente le da el valor universal, lo mismo hace Goya o Jacques-Louis David.
Y con todo ello, nos encontramos además muchas referencias históricas que aluden a tipologías, temas o estructuras, dentro del propio mural. La composición piramidal de las figuras nos habla de un Picasso que jamás abandona el clasicismo; también tiene similitudes con un retablo, puesto que está claramente dividido en tres partes; y qué decir de los cuadros que le preceden de lo qe puede haber tomado referencias: Los Fusilamientos de Goya o Manet, La Balsa de la Medusa de Gericault, El Rapto de las Sabinas de David, la Matanza de Quíos de Delacroix, El Entierro de Ornans de Coubert…
Y es que detrás de cada uno de los elementos se pueden desglosar muchísimas explicaciones. Es un cuadro que tiene una densidad formal y simbólica enorme. Todo esta secuencia de grandes obras de arte podrían culminar o rematar en el más famoso cuadro de guerra: El Guernica de Picasso.
Lo impresionante de todo esto es lo insólito de toda esta simbología: una serie de elementos que terminaron frustrando a los contemporáneos, puesto que querían un cartel de publicidad bélica y se encontraron con una obra maestra. Picasso no solo estaba pensando en ellos, sino también en el pasado y en el porvenir.
Junto con el Guernica, el llamado “Legado Picasso” tiene que ver con todo un conjunto de pinturas y dibujos relacionados con El Guernica que vinieron a España con el cuadro, un número considerable. Todo ello, junto a diferentes documentos, carteles de las exposiciones de la época por diferentes partes del mundo, y la evolución política del cuadro, puede contemplarse actualmente hoy en el piso 3 del Museo Reina Sofía.
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