Si sois grandes seguidores del blog de Wake Up Tours, entonces seguro que leíste la cantidad de paradas de metro que deben su nombre a distintos hombres, soldados, generales, literatos, médicos o filósofos. De hecho, apenas hablamos de los políticos que vivieron hasta comienzos del siglo XX… por lo que aún nos queda mucho de qué hablar. Pero ¿hay tantas mujeres como hombres representadas en el metro de Madrid? La triste verdad es que no. Apenas hay 10, contando literatas, aristócratas, vírgenes… sin embargo, hoy vamos a dejar a estas últimas a un lado y vamos a hablar de las mujeres reales, las que todos y todas debemos conocer.
LÍNEA 5.
- Eugenia de Montijo (1826-1929): si alguna vez pensante que no teníamos nada que ver con Napoleón… estabas equivocado. Eugenia de Montijo fue esposa del emperador Napoleón III y, por tanto, emperatriz de los franceses. Fue casada con Napoleón, en ese momento presidente de la II República Francesa, cuando éste fue rechazado por la princesa Adelaida
(Inglaterra). Por suerte para las mujeres, no sólo ejerció el papel de esposa y madre, sino que supo participar en la política exterior de su país. Fue decisiva su presencia para la actuación francesa en Italia o en México, poniéndose la emperatriz de lado del emperador Maximiliano, lo que hizo que su popularidad cayera entre sus compratriotas. A ello se le sumó la derrota francesa en la guerra Franco-Prusiana y la posterior muerte de su esposo, lo que le llevó a abandonar Francia. Tras la muerte de su joven hijo, la antigua emperatriz estuvo viajando por numerosos países de Europa, como España, Alemania o Inglaterra. Murió en España en 1920, sin embargo sus restos descansan en Farnborough, junto a Napoleón III y Luís Napoleón, su hijo.
- La Latina (1465-1535): Beatriz Galindo, conocida popularmente como La Latina, fue una mujer culta, autora de Notas y comentarios sobre Aristóteles y de Poesías latinas, dama de la Corte de los Reyes Católicos. Además, de la conversación mantenidas en latín con la Reina Isabel, deriva su apodo. Su temprano interés por la cultura influyó en la decisión de sus padres de que orientara su vida hacia el retiro conventual, algo totalmente propio a finales del siglo XV y, además, aquí podría continuar con su creciente interés hacia las letras; el único problema es que ella no era del todo una ferviente católica. Su fama de gramática y literata llegó hasta Isabel la Católica, formando a pasar La Latina, parte de la corte. Con ella hablaba frecuentemente y parece que practicaba el latín. Beatriz, como demostró a lo largo de su vida, además de una mujer instruida, debía de estar bien dotada de inteligencia para los asuntos públicos y los negocios.
La reina Isabel promocionó, sobre todo, las intervenciones de las mujeres de su Corte en los espacios de la religión y de la cultura; se preocupó por la religiosidad y por elevar el nivel cultural y Beatriz siguió fielmente la política de la Reina, si bien el poder político era privativo de los hombres. Isabel había accedido a la Corona de Castilla y Beatriz Galindo,aunque no tuvo una base legal para intervenir en la política municipal madrileña, arbitró los medios oportunos para conseguir lo que le convenía en esta villa. Las fundaciones religiosas en Madrid y el apoyo a la recién creada Orden concepcionista, que era la preferida por Isabel y por las mujeres de su entorno, demuestran claramente la presencia política de Beatriz en la vida municipal madrileña a raíz de su viudedad… Mucho más se puede decir de Beatriz Galindo; a partir de ahora recordarás el Barrio de la Latina no solo por su rastro dominguero, sino por la figura de Beatriz.
LÍNEA 7
- Lacoma: Margarita González Lacoma, condesa de Lacoma. Fue la creadora de la empresa de alta costura “Marcudos”, sin embargo es más conocida la creación de la Colonia Lacoma, en el Barrio de Peñagrande, espacio de viviendas dedicadas para obreros.
LÍNEA 9.
- Concha Espina (1869-1955): Concepción Espina nació en una acaudalada familia madrileña pero de origen cántabro. Desde Bien pequeña demostró un maduro interés por la literatura, especialmente por la poesía. En 1888 publicó Azul, bajo el pseudónimo de Ana Coe Schip. Tras su matrimonio y viaje a Chile, fue aquí donde desarrolló su carrera, publicando sus primeras obras y colaborando con periódico como El correo de Buenos Aires. Tras su regreso a España, en 1907 gana un concurso literario por la obra El Rabión y, dos años más tarde, vería la luz su primera novea La niña de Luzmala. Su estilo es, en ocasiones, difícil de encasillar, situándose entre el romanticismo, costumbrismo, realismo y regionalismo. En 1916 se haría pública La Rosa de Los Vientos, aunque la obra que la elevó internacionalmente fue El metal de los muertos, inspirada en la huelga obrera de la mina de Ríotinto.
En 1928 se propone su candidatura a la Real Academia Española. Viaja a Estados Unidos, invitada por el Middelbury College, y también a Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico, en una representación cultural a petición de Alfonso XIII. Allí elogia la cultura, las tradiciones, la religiosidad y la idiosincrasia española, mientras comenta sus novelas en varias conferencias. En Nueva York le es concedida la Medalla de Arte y Literatura de la Hispanic Society, institución de la que será vicepresidenta en 1943. La Guerra Civil la sorprende veraneando en Mazcuerras, en donde permanecerá hasta la llegada de dos de sus hijos. Durante la contienda se muestra partidaria del bando sublevado y firme defensora de la Falange Española, a la que pertenece. En 1945 es propuesta, de nuevo sin éxito, como candidata al Premio Nobel de Literatura. La última novela de Concha Espina apareció en 1953; se titula Una novela de amor y narra la estrecha relación amorosa juvenil entre Marcelino Menéndez Pelayo y su prima andaluza, Conchita Pintado. Concha Espina falleció en su domicilio madrileño de la calle de Alfonso XII el 19 de mayo de 1955, cuando se encontraba escribiendo una novela de carácter autobiográfico.
LÍNEA 12
- Manuela Malasaña (1791-1808): debido a su prematuro fallecimiento con 17 años, es conocida como la heroína madrileña frente a la represión de los franceses. egún la versión más difundida, esta joven madrileña pereció junto con otros muchos patriotas defendiendo el cuartel de Monteleón, el único que apoyó la revuelta popular contra las tropas de Murat. Sin embargo, no se sabe a ciencia cierta cómo falleció Manuela, pero lo que sí es cierto es que se convirtió en todo un referente de lucha y rebelión. Recientemente, la biografía de Manuela Malasaña ha experimentado un nuevo giro. De acuerdo con las últimas investigaciones, esta joven bordadora de diecisiete años no murió el 2 de mayo, sino el 3, y fue asesinada en plena calle por una de las muchas patrullas francesas que recorrían la ciudad desarmando a
los paisanos. Cuando los soldados encontraron las tijeras que portaba la muchacha, le aplicaron la bárbara orden de Murat, que mandaba fusilar a cuantos llevaran armas sin permiso. Pero ya sea como defensora de Monteleón o como víctima inocente de Murat, en el imaginario colectivo Manuela simboliza el valor y el coraje del pueblo madrileño. De ahí la exitosa difusión del mito de Malasaña, nombre en el que hoy se reconoce todo un barrio de la capital.
Desde Wake Up esperamos que hayáis aprendido un poco más de la historia de España, pero sobre todo de la Ciudad de Madrid. Todavía nos falta alguna mujer más de relevante importancia para conocer por dónde nos movemos cuando viajamos. Pero por su condición regia, lo dejaremos para otro post. ¿Os animáis a seguir conociendo un poco más?